SOBRE
MONEDAS SUD Y CENTROAMERICANAS:
SUS
ORÍGENES Y CARACTERÍSTICAS
J.
Roberto Jovel
ANTECEDENTES
La
producción de moneda en Guatemala data de la época colonial española. De
hecho, la Casa Real de Moneda de Guatemala se estableció en 1733. Inició
actividades con la producción de moneda macuquina empleando maquinaria usada
proveniente de la ceca de la Ciudad de México y troqueles con el diseño de
la moneda columnaria redonda. Tales macuquinas, cuyo diseño difiere de las
acuñadas en las demás cecas hispanoamericanas, fueron producidas a lo largo
de veinte años.
En 1753 se
recibió maquinaria adecuada para acuñar moneda redonda acordonada, la que
continuó produciéndose con el diseño de la colonia, hasta en 1821, año en
que se produjo la independencia de España.
Después de la independencia, la ceca de Guatemala produjo la moneda de la
Federación Centroamericana, entidad que agrupaba a los cinco estados de
Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Cuando sobrevino
la ruptura del pacto federativo hacia 1839-1840, la ceca guatemalteca
continuó acuñando moneda con el mismo diseño de la Federación hasta en 1851,
por razones de pragmatismo y economía.
A partir de 1859 Guatemala adoptó un diseño propio para su moneda, que
habría de sufrir modificaciones a lo largo del resto del siglo diecinueve.
La producción de la ceca de Guatemala, sin embargo, no fue uniforme a lo
largo de dicho siglo. Mientras que bajo la dominación colonial su producción
llegó a alcanzar los 500,000 pesos anuales, las guerras con los países
vecinos y las resultantes crisis económicas hicieron que aquella se redujera
considerablemente.
LAS
RAZONES DEL RESELLO
El resello
de 1894 tiene como origen cuatro causas distintas, íntimamente relacionadas
entre sí: los desbalances entre la exportación y la importación de bienes y
servicios en Guatemala, las debilidades en la producción local de moneda,
las diferencias en la fineza de la plata usada para producir moneda de
plata, y los cambios en la relación del precio relativo entre el oro y la
plata en los mercados mundiales.
LOS DESEQUILIBRIOS EN EL BALANCE COMERCIAL
Al no disponer Guatemala en aquella época de
un banco central que regulase la disponibilidad de circulante, ésta última
dependía casi exclusivamente del balance nacional entre exportaciones e
importaciones de bienes y servicios. Solamente en las épocas en que el valor
de las exportaciones de café, cochinilla y otros productos locales excedía
al valor de las importaciones de los bienes procedentes de Europa y otros
países, se disponía de un excedente que permitía acuñar una suficiente
cantidad de moneda para atender las necesidades del comercio local.
Cuando
la economía se encontraba en dificultades – por ejemplo en caso de guerra
con los países vecinos, cosa que ocurría con relativa frecuencia – el
circulante escaseaba al gastarse en el exterior más de lo que se recibía.
LIMITACIONES EN LA PRODUCCIÓN DE MONEDA
Como
ya se señaló previamente, la capacidad física de producción de circulante en
la Casa de Moneda de Guatemala era limitada debido a la antigüedad y
obsolescencia de la maquinaria. Además, con alguna frecuencia se reducía la
capacidad financiera de dicho establecimiento y no podía adquirir el metal
base suficiente requerido para la acuñación. Incluso llegó a cerrar
operaciones durante algunos períodos de relativamente larga duración.
Para
ilustrar lo anterior, véase el cuadro siguiente que muestra como varió la
producción de moneda hasta unos años antes de producirse la situación que
condujo al resello de monedas sudamericanas en 1894:
Si bien --
como indica el cuadro anterior -- a partir de 1881 se estaba incrementando
la producción de moneda, el volumen acuñado era insuficiente para atender
las necesidades de circulante de Guatemala.
Además,
Guatemala surtía de moneda a la vecina República de El Salvador que no
contaba con una ceca propia.
Por
dicha razón circulaban en ambos estados monedas de diferentes procedencias,
especialmente de aquellos países con los cuales se mantenía un abundante
intercambio comercial: México, Perú, Chile, los Estados Unidos de América,
Inglaterra y otros países europeos. Debido a las características disímiles
de esas monedas, el comercio local se dificultaba enormemente por lo que
tanto Guatemala como El Salvador hubieron de dictar decretos y emitir bandos
públicos frecuentes para dar a conocer al público la equivalencia de tales
monedas del exterior.
Más
adelante, en 1889, el gobierno de Guatemala realizó una reorganización
interna del personal de la Casa de Moneda con objeto de adecuarla y tratar
de aumentar la acuñación.
Sin
embargo, en 1890, el presidente guatemalteco Justo Rufino Barrios decidió
acelerar por la fuerza la nueva Unión Centroamericana que había sido
acordada mediante largas negociaciones el año precedente, e invadió
primeramente a El Salvador, para luego hacerlo con Honduras y los demás
países. Sin embargo, perdió la vida en una de las primeras batallas en
territorio salvadoreño, y el ejército guatemalteco hubo de retirarse. El
costo de la campaña fue muy elevado y se produjo una nueva crisis para la
frágil economía guatemalteca. La escasez de circulante se agudizó, situación
que la Casa de Moneda fue incapaz de resolver y tuvo que clausurarse
temporalmente en 1891.
A
fines de 1892 el gobierno guatemalteco tomó la decisión de modernizar la
Casa de Moneda para resolver la escasez. Sin embargo, se estaban produciendo
en el exterior cambios importantes en la relación del valor entre el oro y
la plata, que habrían de tener una influencia en la situación monetaria
guatemalteca, como se verá más adelante.
LAS
DIFERENCIAS EN EL CONTENIDO DE PLATA FINA EN LAS MONEDAS
Desde
mediados del siglo pasado el contenido de plata fina de la moneda
guatemalteca, salvo excepciones, era ligeramente superior al de las monedas
de sus principales socios comerciales, como se verá más adelante. Ello
habría hecho -- de acuerdo con la Ley de Gresham -- que la moneda
guatemalteca fuese más demandada en el exterior y fluyese hacia los otros
países, y que las monedas extranjeras de menor valor entrasen al país en su
lugar.
Dicha
diferencia en contenido de plata fina varió a lo largo del tiempo, aunque
sin ser de muy alta significación. Véase el siguiente cuadro:
De
acuerdo con el cuadro anterior, en el período anotado, la moneda
guatemalteca de Un Peso tenía un contenido de plata superior en un 2.6 por
ciento a las correspondientes monedas de Un Sol (Perú) y Un Peso (Chile), y
la moneda mexicana -- que mantenía las normas de la época colonial española
-- tenía a su vez un 7 por ciento más de plata fina que la de Guatemala.
La Ley de
Gresham señala que la moneda mala -- en este caso, la de menor contenido de
metal -- desplaza y hace desaparecer a la moneda buena. Esto es, las monedas
de Sudamérica deberían haber desplazado a la de Guatemala, y ésta última
debería haber fluido hacia aquellos países. Siguiendo esa misma ley, la
moneda mexicana no debería haber permanecido en los mercados guatemaltecos
durante mucho tiempo. Varios investigadores sobre el tema han consignado que
dicha situación se produjo durante varios períodos a lo largo del siglo XIX.
Resulta
curioso, sin embargo, que los gobiernos de la época hayan continuado no
solamente aceptando libremente las monedas sudamericanas y mexicanas sino
cambiándolas a la par del peso guatemalteco.
Por esa razón y dado el diferencial tan limitado (del 2.6% solamente) entre
las monedas guatemalteca y sudamericanas, este Autor considera que las
causas de las faltas de circulante, al menos hasta la década de 1880, fueron
debidas más a los factores estructurales de la economía ya citados; esto es,
al desbalance entre exportaciones e importaciones. A partir de entonces,
como se verá a continuación, la causa principal de la presencia de moneda
sudamericana sería otra, y de carácter externo.
LOS CAMBIOS MUNDIALES ENTRE EL VALOR DEL ORO
Y LA PLATA
Sin
duda la razón más importante que originó la llegada de volúmenes muy
elevados de moneda sudamericana a Guatemala después de 1885, fue el cambio
importante que estaba produciéndose en el exterior en relación con la
producción de oro y plata, que no había sido asumidos al interior de
Guatemala, donde éste último metal estaba sustancialmente sobrevalorado.
En
efecto, la producción mundial de plata – que había descendido a principios
del siglo diecinueve a causa de las guerras de independencia en América
Latina – había iniciado un crecimiento sin precedentes. Ascendió de menos de
1,000 toneladas métricas a mediados de dicho siglo, a ligeramente sobre
3,000 en la segunda mitad de los años ochentas, y saltó por encima de las
5,000 a partir de 1891 precisamente. La producción del oro, sin embargo, a
pesar de los importantes descubrimientos de yacimientos en California a
mediados de siglo, solamente se duplicó en el mismo período anotado. (Véase
el gráfico siguiente).
Como
resultado de lo anterior, la plata comenzó a perder valor con relación al
oro al nivel mundial, como se ilustra en el gráfico siguiente que muestra la
variación de la relación de precios entre ambos metales para el mismo
período anterior:
Como puede
observarse en el gráfico anterior, a partir de 1871 se produjo una brecha
entre la relación del precio entre el oro y la plata en Guatemala con la
del exterior. No parecía ser muy importante sino hasta en 1892, cuando la
relación al nivel mundial llegó a más de 26:1 en tanto en Guatemala se
mantenía en el valor histórico de 15.5:1. A partir de 1894 la brecha se
amplió todavía más, al llegar a ser el valor mundial casi el doble del valor
interno en Guatemala, que siempre se mantuvo constante.
Ello,
sumado a la escasa producción local de moneda, hizo que fluyeran hacia
Guatemala volúmenes muy elevados de moneda sudamericana de plata,
provenientes particularmente de Perú y Chile, traídas por los mercaderes
ingleses que comercializaban el café y otros productos guatemaltecos en
Europa, y que también realizaban negocios en aquellos países sudamericanos.
El
resultado de dicha situación es fácil de comprender, aunque variaba según
se tratara de diversos grupos económicos. Por una parte, los productores del
agro guatemalteco – especialmente de café – pactaban en oro los precios de
sus artículos de exportación, con lo cual recibían precios justos. Sin
embargo, los mercaderes ingleses que comercializaban dichos productos en
Europa pagaban a los guatemaltecos con moneda sudamericana de plata, a tasas
de cambio entre oro y plata, que seguramente se acercaban – pero que no eran
iguales necesariamente – a la prevaleciente en el mercado mundial y que era
superior a la que existía en Guatemala.
Por otra
parte, los comerciantes guatemaltecos que importaban bienes para satisfacer
las demandas de los mercados locales se veían obligados a pagar tales
productos en oro, o en plata convertida a la tasa prevaleciente en el
mercado internacional. Los precios de tales bienes para el consumidor eran,
por lo tanto, elevados. Además, en la medida en que la relación oro
versus plata en el exterior aumentaba con el pasar de los años, sin duda
debe haber ocurrido una inflación creciente de los precios.
Finalmente, el Estado se veía muy gravemente perjudicado en sus finanzas.
Luego de que en la década de los ochentas había adquirido en el exterior
deudas elevadas para construir el ferrocarril, estaba obligado a efectuar
pagos en oro a sus acreedores internacionales. Por el lado de los ingresos,
el Estado recibía el pago de impuestos por exportación e importación – que
le generaba la mayor parte de sus ingresos fiscales – en monedas de plata
que le entregaban los particulares. Su déficit fiscal era, sin dudas,
elevado y creciente.
ACCIONES GUBERNAMENTALES ADOPTADAS DESDE 1892
A 1894
Para
buscar solución a dicha problemática, el gobierno designó a principios de
1892 una comisión de especialistas en materia económica y hacendaria. Dicha
comisión recomendó que se abandonara el bimetalismo en el sistema monetario,
como ya había sido realizado en muchos otros países, y que se prohibiera la
exportación de plata acuñada.
Sin embargo, se produjeron también opiniones en contra por parte de otros
expertos y grupos económicos diversos, lo que provocó largas discusiones que
se prolongaron hasta el año siguiente.
Mientras
tanto, las monedas sudamericanas continuaron ingresando al país y generando
grandes ganancias para algunos grupos y elevadas pérdidas para otros. La
situación fiscal, en particular, continuó deteriorándose. En agosto de 1893,
el gobierno del presidente José María Reina Barrios – quien había tomado
posesión recientemente – decidió tomar cartas en el asunto al reconocer que
“... la baja de la plata, único metal circulante en el país y único en el
que se hacen los pagos, causa entre otras alteraciones, la de convertir en
ilusorios los presupuestos de ingresos, haciendo difícil en consecuencia
cumplir con los compromisos de la Nación”. Mediante decreto aprobado el
1º de dicho mes, decidió:
“Artículo
1º. Desde el día primero de Octubre próximo, se pagará en moneda de oro
nacional un 10% de la totalidad de los derechos de importación; y cada
trimestre, á contar de 1º de Enero de 1894 un 10% más hasta llegar á 80% en
el mismo metal.
Se
exceptúan de esta disposición los hilos para tejidos, los instrumentos de
labranza aplicables á la agricultura, la harina, el trigo y la carne salada.
Artículo
2º. Del impuesto de licores se pagará también desde el 1º de octubre próximo
el 25% en oro hasta la época en que se pague por los derechos de importación
el 50% en oro, en cuyo tiempo se cubrirá también el 50% en oro del indicado
impuesto de licores.
Artículo
3º. De los derechos de exportación será cubierto el 50% en oro nacional
desde el 1º de Octubre del corriente año, e igual cantidad se pagará de la
contribución sobre inmuebles, siempre que los bienes declarados importen $
10,000 ó más.
Artículo
4º. Para facilitar los efectos de esta disposición, el Gobierno establecerá
un Comité compuesto de personas honorables que extenderá en cantidades
suficientes, certificados representativos de oro por 5, 20, 100 y 500 pesos.
Dicho
Comité tendrá además las atribuciones siguientes:
A.
Seguir el curso de la cuestión
monetaria en el mundo é informar oportunamente acerca de ella á la
Secretaría de Hacienda.
B.
Fijar cada ocho días, de
acuerdo con la Secretaría de Hacienda, el tipo de cambio de conformidad con
el valor que tuviere la plata en el mercado de Londres.
C.
Vender los certificados por
moneda de plata al tipo de cambio en el mercado.
D.
Invertir las cantidades de
plata que ingresen á sus arcas en la compra de oro, que servirá para
acuñarlo en moneda nacional conforme á la ley de la materia.
E.
Cambiar á su presentación los
certificados representativos de oro por moneda de oro nacional ó por plata
de curso legal, á opción de los interesados.
F.
Incinerar cada fin de mes los
certificados que durante él sean cambiados.
G.
El Comité practicará todas sus
operaciones bajo la inspección y garantía del Gobierno.
Artículo
5º. Desde el 15 de septiembre del año próximo de 1894 solamente se aceptará
en las oficinas públicas la moneda nacional para el pago de las
contribuciones.”
Sin
explicitarlo, el gobierno guatemalteco estaba adoptando el patrón del oro,
como ya lo habían hecho la mayoría de los países anteriormente. De los
vecinos más cercanos, El Salvador lo había hecho a partir de 1892. Al
reconocer que requería de dicho metal, que se producía en limitada escala en
las minas nacionales y que se exportaba al exterior, el gobierno emitió un
acuerdo complementario el 29 de agosto con el texto siguiente:
“1º.
Desde el día primero de Octubre del corriente año queda prohibida la
exportación del oro en pasta o en polvo, por todos los puertos de la
República; declarándose en decomiso á favor del Fisco las cantidades que se
pretendiere exportar infringiendo esta disposición; y
2º. Desde
la misma fecha, la Casa Nacional de Moneda comprará todo el oro en pasta y
en polvo que se presente, al precio que semanalmente fije el Comité que
establece el Decreto número 456; y, para el mejor efecto de la presente
disposición, ese mismo Comité cambiará también por oro acuñado á la Casa
Nacional de Moneda los valores que reciba al tipo que corresponde.”
A pesar de
los acuerdos anteriores, algunos sectores de la sociedad guatemalteca
continuaron adversando las decisiones adoptadas. Incluso en septiembre de
1893 un grupo de diputados de la Comisión permanente de la Asamblea Nacional
pretendió echar abajo ambos decretos alegando inconstitucionalidad en el
proceso seguido por el Presidente Reina Barrios. Este, sin embargo, en forma
muy enérgica rebatió los argumentos de los diputados y su competencia para
revocar los decretos.
Teniendo
como horizonte el 15 de septiembre del año siguiente para surtir de moneda
al país, la Casa de Moneda inició su labor de acuñar circulante nacional,
mandando incluso a fabricar troqueles a la ceca de Heaton en Birmingham con
fecha de 1894. Se buscaba desplazar a la moneda proveniente del extranjero
con la moneda nacional que ya estaba produciendo la Casa de Moneda en el
país. Para ello, se dictó en julio de 1894 un decreto gubernativo con objeto
de que los tenedores de monedas extranjeras las canjeasen por moneda
nacional, fijando un plazo perentorio para ello. Específicamente, el decreto
señalaba:
“1º. Los
tenedores de plata chilena, peruana y de otras nacionalidades, ocurrirán a
cambiarla por moneda nacional, á la Casa de Moneda, desde el 1º de agosto
próximo en adelante.
2º. La
moneda extranjera que aún quede sin cambiar el día 15 de septiembre próximo,
será resellada en el cuño nacional y solo así tendrá curso legal en la
República, mientras se reacuña.
3º. Desde
esta fecha queda prohibida la importación de moneda de plata.
4º. Los
pasajeros que se internen á la República, podrán importar cantidades que no
excedan de trescientos pesos por persona.
5º. El
gobierno proveerá al país, de la moneda nacional de oro y plata que sea
necesaria para las transacciones.”
La Casa de
Moneda comenzó a recibir y canjear las monedas extranjeras que le presentaba
el público, y acumuló una gran cantidad de aquellas para refundir y reacuñar
con moneda nacional. Sin dudas, la mayoría de ellas eran de origen peruano y
chileno, aunque hubiese además algunas piezas provenientes de otros países
sud y centroamericanos.
LAS CARACTERÍSTICAS DEL RESELLO
En
agosto siguiente se aprobó otro acuerdo – suscrito por el presidente Reina
Barrios y su ministro de Hacienda y Crédito Público – en referencia al de 10
de julio precedente, mediante el cual se establecían las características del
resello que debía utilizar la Casa de Moneda en dicha operación:
“Que
para llenar aquel requisito, se coloque en el centro y en anverso y reverso
de cada moneda que deba ser resellada, el busto y el escudo de armas de la
República destinados á las monedas nacionales de á medio real, con
las leyendas que aquellas llevan.”
El diseño
de tales monedas lleva en el anverso la imagen de una mujer, representando a
la libertad, sentada y apoyada en un pedestal que tiene la leyenda “30 de
JUNIO DE 1871”, en alusión a la fecha del triunfo de la revolución liberal
que lidereó Justo Rufino Barrios. La mujer tiene en sus manos una cornucopia
llena de los frutos del desarrollo. En la parte superior aparece la leyenda
“REPÚBLICA DE GUATEMALA” y en la base se lee la denominación de la moneda “½
REAL”.
En el
reverso se muestra el escudo de armas de Guatemala, rodeado por sendas
guirnaldas, con un pergamino en el centro donde se lee “LIBERTAD 15 DE
SEPTIEMBRE DE 1821”, la fecha de la Independencia de España. Sobre el
pergamino aparece posado el Quetzal, ave nacional guatemalteca.
En la
figura siguiente se muestra el detalle del diseño de las monedas de ½ real,
antes descrito, que fuera usado por la Casa de Moneda para el resello.
Anverso y reverso de la
moneda de ½ Real de 1894
Los troqueles para las nuevas monedas guatemaltecas aludidas
en el decreto habían sido mandados hacer a la ceca de Heaton en la ciudad de
Birmingham, Inglaterra. Sin embargo, los usados para el resello no tenían la
letra “H” que caracteriza a la ceca de Heaton. La calidad de los troqueles
usados para el resello es excelente, razón que permite encontrar especímenes
resellados en igual condición.
LAS
MONEDAS RESELLADAS
El decreto del 10 de julio de 1894, citado en la sección
precedente, señala que se resellarían monedas de Chile, Perú y otros países.
Se presenta a continuación una breve descripción de las monedas reselladas
que han podido subsistir hasta la fecha, incluyendo piezas de Brasil,
Honduras, El Salvador y de la misma Guatemala. Las imágenes aparecen
aumentadas a un 160 por ciento del original, para mostrar mejor sus
detalles.
CHILE
La
moneda chilena con resello fuera del centro.
Aparentemente la primera moneda que se reselló con la contramarca bajo
referencia fue Un Peso chileno de 1880, correspondiente al tipo denominado
KM142.1.
El decreto de julio de 1894 habla de colocar el resello en el
centro de las monedas; sin embargo, en este caso la contramarca aparece
colocada cerca del borde de la pieza. Ello conduce a pensar que, cuando se
hizo el resello de esta moneda, la ceca de Guatemala no disponía todavía de
la maquinaria que habría de utilizar para realizar los resellos en serie. Se
trataría, por lo tanto, de uno de los primeros ensayos de la operación de
contramarcado. Por dicha razón, esta moneda resellada sería en extremo rara
y valiosa.
Las siguientes piezas chilenas reselladas se presentarán en
orden según el tipo y época de acuñación original.
Los Ocho
Reales “Rompiendo cadenas” de 1848-1849.
Existen piezas chilenas de este tipo (KM96.2), acuñadas en Santiago, que
fueron reselladas con la contramarca guatemalteca de 1894.
Dado que la
contramarca fue puesta 46 años más tarde que la acuñación de la moneda
original, combinado con el hecho de que se conocen muy pocas piezas así
reselladas, se puede afirmar que habrían sido pocas las monedas de este tipo
que fueron contramarcadas en Guatemala. Ello las colocaría en una situación
de rareza bastante privilegiada.
El
Peso de 1853-1862, tipo Paloma.
Existen monedas de Un Peso correspondientes al tipo KM129, conocido en Chile
como Peso Paloma, que fueron también contramarcados en Guatemala en 1894.
Por la
misma razón del caso anterior, en el sentido de que las monedas originales
anteceden al resello por más de treinta años, habrían sido muy pocas las que
se contramarcaron. El hecho de que se conozcan muy pocos ejemplares de estas
piezas reselladas confirma lo anteriormente dicho. Su grado de rareza sería
solamente tercero en comparación con los dos tipos anteriores, y el precio
de compra sería también relativamente alto.
Se han
identificado piezas reselladas que corresponden a los primeros años de esta
serie (1853 a 1855), y no a los años posteriores. Ello podría explicarse, al
menos parcialmente, por la relativa menor acuñación de estas monedas en
Santiago en los años finales de dicha serie.
El Peso de
1867 a 1891, tipo Aguila.
Se
encuentran con relativa facilidad piezas chilenas de este tipo con la
contramarca guatemalteca de 1894. Dicha mayor abundancia relativa, en
comparación con los tipos anteriores, se podría explicar por tratarse de
monedas de circulación simultánea con la operación de resellado en
Guatemala.
Sin
embargo, el grado de rareza varía dentro de la serie en correspondencia al
volumen de moneda acuñada en cada año por la ceca de Santiago. Así, las
monedas reselladas pertenecientes a los años 1867, 1868, 1890/89 y 1890
serían las más raras, seguidas de las pertenecientes a los años de 1869,
1870, 1871 y 1889. Los precios de estas piezas, dependiendo del estado de
conservación tanto de la moneda original como de la contramarca, pueden ser
altos.
PERÚ
No
hay duda de que las monedas más abundantes que fueron reselladas por
Guatemala en 1894 son las procedentes del Perú. Seguramente que la moneda
peruana era muy ampliamente usada por los mercaderes ingleses que tenían a
su cargo el intercambio comercial de Guatemala con Europa, por lo que dichas
monedas aparecen con tanta abundancia en esta serie de resellos.
Las monedas de Un Sol de 1864 a 1894.
Se trata de la serie de monedas acuñadas en Lima bajo el tipo KM196, cuya
emisión fue muy abundante. Dicha serie se extendió hasta el presente siglo,
pero como la operación de resellado ocurrió a fines de 1894 y a principios
de 1895 solamente es posible encontrar piezas con el resello que hayan sido
acuñadas no más allá de 1894.
Dentro de esta serie de monedas
contramarcadas de Un Sol existen algunas que son especialmente escasas
debido a la rareza de la moneda original. Entre ellas, cabe citar – en orden
de rareza descendiente – a las correspondientes a 1864 con la variedad
Derteano,
1393/1893,
1883-FN, y 1886-RD. Después de ellas, las correspondientes a 1865-YB, 1873-YJ,
1873-LD, y 1882-FN.
La pieza
contramarcada de 1873-LD es de particular importancia. Ello se debe a que
fue acuñada en Santiago de Chile por encargo del gobierno peruano, y posee
la contramarca guatemalteca. En esa pieza se conjuga la actuación de tres
países hispanoamericanos.
En relación con esta pieza tan
singular, el distinguido numismático chileno Carlos Torres Gandolfi ha
efectuado un excelente trabajo de investigación en fechas relativamente
recientes.
Las
monedas de 5 Pesetas de 1880-1882.
Existen monedas de 5 Pesetas correspondientes al tipo denominado KM201 que
fueron reselladas en Guatemala en 1894.
Son
comunes las correspondientes al año 1880, pero existiendo también – aunque
muy escasas – las de 1882, y habiéndose informado que existirían asimismo
las de 1881.
BRASIL
Se conoce de una moneda brasileña de 2000 Reais, del año
1875, y del tipo denominado KM475, que fue resellada con la contramarca
guatemalteca de 1894.
Esta moneda tenía una ley de 0.917, lo que sin lugar a dudas
fue conocido por los ensayadores guatemaltecos al momento del resello. Ello
haría que su poseedor habría perdido en aquel momento parte del valor de
dicha moneda, por cuanto la de las monedas que circulaban en Guatemala
tenían una fineza de solamente 0.900.
EL SALVADOR
Se conocen algunos ejemplares de monedas salvadoreñas de Un
Colón,
del tipo denominado KM115.1, entre los años 1892 y 1894, que habrían sido
reselladas con la contramarca guatemalteca de 1894. Se trata, sin embargo de
piezas bastante raras, al menos como las de los pesos chilenos del tipo
Paloma.
HONDURAS
Al igual que el caso anterior, existen algunas monedas
hondureñas con denominación de Un Peso que ostentan la contramarca
guatemalteca de 1894. Se trata de monedas fechadas 1890 y 1891
pertenecientes al tipo denominado KM52, tan escasas como las salvadoreñas.
GUATEMALA
Curiosamente, existen también monedas guatemaltecas que
fueron contramarcadas en 1894. Se trata obviamente de errores que se
escaparon a los empleados de la Casa de Moneda de Guatemala durante el
proceso de resellado de monedas extranjeras, y son extremadamente escasas,
difíciles de conseguir y de un valor muy elevado.
Se ha informado, sin que se haya confirmado, acerca de la
existencia de dicha contramarca sobre Un Peso de 1859, perteneciente al tipo
KM178, y otra de la misma denominación pero del tipo KM210 y fechada en
1894.
Existen también monedas de Un Peso de 1869, tipo KM190.1;
1882-AE, tipo KM208; y otra del año 1894-H perteneciente al tipo KM210, que
ostentan el resello de 1894. Todas ellas son extremadamente raras y escasas,
y su precio es correspondientemente elevado.
El Autor posee en su colección la moneda de Un Peso de 1894
(KM210) cuya existencia ha sido reportada pero no confirmada, como se señala
más arriba. Un examen cuidadoso de tal moneda, sin embargo, revela que no
existe seguridad de que la contramarca sea efectivamente la de 1894 objeto
de este trabajo.
CONCLUSIONES GENERALES
El resello guatemalteco de 1894 fue realizado a fines de
dicho año y principios de 1895 en la Casa de Moneda de Guatemala para
legalizar la circulación de monedas extranjeras – principalmente peruanas y
chilenas – que habían ingresado al país en volúmenes importantes. Dicho
influjo de moneda extranjera fue producto principalmente de la combinación
de tres factores: en primer lugar, debido a la falta de producción local de
moneda ocasionada por una crisis económica interna; en segundo, debido a que
la plata estaba sobrevalorada en Guatemala con relación al precio
internacional de la misma; finalmente, en tercer lugar, por una ligera
variación en el contenido de plata fina entre las monedas gautemalteca y
sudamericanas.
Si bien el gobierno hizo esfuerzos por acuñar moneda
suficiente para el consumo local, incluyendo la fundición y la reacuñación
de la moneda extranjera, resultó mucho más económico resellar esta última.
La Casa de Moneda de Guatemala recibió para canjear un total
de 3,705,082 pesos peruanos y chilenos, pero reselló solamente 3,248,621
debido a la “mala aligación” de los demás.
Ello indica la importancia del volumen de la moneda extranjera que circuló
en Guatemala en aquella época, y da una idea del monto de las pérdidas en
que incurrió la economía guatemalteca por haber demorado en adoptar las
decisiones para modificar el valor interno de la plata. Si se supone que las
monedas reselladas entraron al país entre 1891 y 1894, cuando el promedio
de la relación del precio entre oro y plata en el exterior era de 26:1, un
cálculo preliminar situaría dicha pérdida en alrededor de los 1.4 millones
de pesos.
Siendo tan abundantes las monedas reselladas – especialmente
las peruanas – resulta relativamente fácil para un numismático interesado el
poder completar una colección de ellas. Es factible encontrar a precios
razonables monedas de todos los tipos, en un estado de conservación muy
bueno y buscando incluso las variantes de anverso del resello sobre anverso
y reverso de la moneda original.
Una colección así formada tendría también el valor agregado
de estar ligada a un hecho interesante en la historia económica de un país
hispanoamericano que no logró actuar con celeridad suficiente para impedir
serias pérdidas a su economía debido a la dinámica de los mercados
internacionales de metales preciosos en el siglo diecinueve.
RECONOCIMIENTOS
El Autor desea expresar su agradecimiento a aquellas
entidades que le permitieron el acceso a la información requerida para
elaborar el presente trabajo. Entre ellas cabe citar a la Biblioteca del
Banco de Guatemala, la Biblioteca Nacional de Guatemala, y a la Biblioteca
de la Academia de Geografía e Historia de Guatemala.
El Autor dedica este trabajo, como homenaje póstumo, al
recientemente fallecido economista principal de la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD), señor John Ray, quien proveyó
valiosas informaciones en relación con los cambios en el valor relativo del
oro y la plata en el mundo en el siglo diecinueve, y quien alentó la
preparación del estudio. Que el Señor lo tenga en su seno.
Asimismo, el Autor desea agradecer a los directivos de la
Asociación Numismática de Chile (ANUCH) la invitación a publicar el trabajo
en sus anales de 1999, luego de haber hecho una breve presentación del mismo
durante una reunión celebrada en Santiago de Chile en enero de 1999.
Al respecto, cabe citar -- por ejemplo -- el decreto de 23 de marzo
de 1881, mediante el cual se establecía la paridad entre los pesos
de México, Chile, Perú y Venezuela, con el guatemalteco.
|